Lesen Sie hier diesen Text auf Deutsch.
Ningún autor español ha tenido en los últimos años un éxito comparable al de Fernando Aramburu con su novela «Patria». En todo el mundo se han vendido más de un millón de ejemplares de este libro que cuenta cómo el terrorismo de ETA en el País Vasco destruye dos familias. Aramburu nació en 1959 en San Sebastián y emigró en 1985 a Alemania . Sus obras están marcadas por el nacionalismo y los daños que puede causar. ¿Cómo ve el autor a España y Alemania a día de hoy? Aramburu acude a la entrevista en un café junto a la ópera de Hannover, ciudad donde vive, con su seña de identidad: una boina vasca.
ZEIT ONLINE: Señor Aramburu, ¿qué significa para usted la idea de patria?
Aramburu: La idea de patria como un espacio cerrado donde caben solamente unos ciertos individuos para mí no tiene sentido. Yo estoy casado con una alemana y tengo dos hijas que tienen tanto la nacionalidad alemana como la española. Claro que tengo apego a mis orígenes españoles y vascos, a ciertas formas musicales y gastronómicas; y la circunstancia de no residir en mi país de origen hace inevitable cierta melancolía. Si yo me viera obligado a determinar un espacio al que se pudiera denominar «patria», lo haría con trozos de muchos lugares, poblado de amigos. Mi «patria» no tendría fronteras y su capital sería mi biblioteca.
ZEIT ONLINE: Usted dejó España para vivir con su mujer en Alemania. ¿Le resultó difícil?
Aramburu: Cuando la conocí en otoño de 1982 en Zaragoza estaba claro que solo se quedaría durante un semestre. A mí me puso ante un dilema: o esta mujer o mi futuro profesional, mi familia, mis amigos. No dudé ni dos segundos y lo dejé todo. Vine solo con mis libros a Alemania. Aprender el idioma para mí no fue un castigo, sino un desafío que acepté con entusiasmo. Aquí tengo un círculo de amigos, además tuve un buen trabajo en el sistema educativo alemán. Recuerdo el inmenso placer de leer a Thomas Mann y a Kafka en alemán. Me ha ido muy bien aquí, aunque al principio no nos dejasen casarnos.
ZEIT ONLINE: ¿En serio?
Aramburu: El funcionario en Hannover creyó que tramábamos un matrimonio de conveniencia. ¡Es verdad que yo tenía el pelo muy largo y no hablaba alemán! Además, en 1983 España aún no estaba en la Unión Europea. Así que nos tuvimos que ir a casar a Göttingen, donde no hubo ningún problema y solo necesité una traductora. Este «matrimonio de conveniencia» dura ya 36 años.
ZEIT ONLINE: ¿Usted puede explicar por qué para mucha gente el concepto cerrado de patria o nación es tan importante?
Aramburu: Está en los genes humanos el deseo de buscar una definición propia más allá de lo que nos muestra el espejo. Es decir: en el grupo, en la tribu, en la ciudad o en el el equipo de fútbol. El sentimiento positivo hacia la colectividad tradicionalmente se llama patriotismo y no se ejerce contra nadie. El nacionalismo es otra cosa: un espacio cerrado en el que solamente caben unos determinados ciudadanos que responden a un esquema. Esto desgraciadamente lo hubo en el País Vasco y parece que está creciendo en Europa. Vivimos en espacios sociales muy amplios, en los que no se entiende todo —por ejemplo la Unión Europea— y se producen movimientos de repliegue . Estos movimientos nacionalistas me preocupan mucho.
Durante la época de ETA la gente estaba obligada a definirse políticamente a favor de un bando.
ZEIT ONLINE: En su obra siempre vuelve a los temas de patria y nacionalismo. ¿Por qué?
Aramburu: Porque siento un dolor interno. Dejé un País Vasco terrible, donde cada semana morían asesinadas dos o tres personas, a algunas las conocía. La vida tenía poco valor y algunos amigos míos favorecían la violencia contra la, así lo llamaban, represión del País Vasco por el estado español. Yo tenía una gran necesidad de irme para respirar, para hablar abiertamente, para estar en un sitio público sin temor a que me insulten o amenacen. Sigo sintiendo gran pena por las víctimas y también una enorme indignación viendo a gente que acepta que unos maten a otros para conseguir ventajas políticas. Esto me rompe por dentro y para intentar entenderlo vuelvo una y otra vez a escribir sobre esta cuestión.
ZEIT ONLINE: Así que usted conoce algunas personas que han favorecido la violencia. ¿Aún está en contacto con ellas?
Aramburu: Bueno, no exactamente. Aunque el año pasado me encontré a un viejo amigo independista y claramente favorable a la lucha armada. Y me volvió a hablar. No tratamos ningún tema político, esto era tabú. Hablamos de los viejos tiempos, del deporte, de los hijos. Aún así, el hecho de que me vuelva a hablar supone que me acepta. Antes había una gran fractura social, sabe, la mayoría de los ciudadanos no tiene una gran actividad política, solamente vive una vida normal, pero durante la época de ETA estaba obligada a definirse políticamente a favor de un bando. Y esto tenía consecuencias, también para sus amistades y relaciones familiares.
La policía vasca examina el lugar en el que tuvo lugar un atentado de ETA en 2005 en la localidad de Getxo. © Rafa Rivas/AFP/Getty Images
ZEIT ONLINE: ¿Ha sentido en algún momento simpatía por el mundo etarra?
Aramburu: Recuerdo con vergüenza haber celebrado en la calle el asesinato de Luis Carrero Blanco (red: el Primer Ministro franquista fue asesinado por ETA en 1973). En esta época, antes de la muerte de Franco, había una simpatía general por ETA porque pensábamos que por fin alguien hacía algo para derribar el franquismo. A mis doce años yo me daba cuenta de que celebrar la muerte de alguien no estaba bien. Quizás por mi educación cristiana, entonces aún era creyente.
ZEIT ONLINE: ¿Cuando terminó su simpatía?
Aramburu: Hubo un momento de claridad intelectual. Fue al leer El hombre rebelde de Camus. Aprendí que un ser humano no debe ser reducido a una faceta: una persona puede ser policía o ser de derechas o de izquierdas, pero también tiene aficiones e hijos; es buena o mala persona e incluso puede gustarle la jardinería. Desde que leí este libro me obligó ver a una persona en su complejidad. Para mí fue una vacuna contra el totalitarismo y la discriminación.
ZEIT ONLINE: Patria es una novela que aborda cómo estaban divididos los pueblos y familias del País Vasco en su apoyo o rechazo a ETA y sus asesinatos. ¿Podría haberla escrito viviendo en el País Vasco?
Aramburu: No lo sé. Pero pensándolo fríamente creo que ver el conflicto en el País Vasco desde la distancia me ha ayudado a entender mejor muchas cosas.
Artikel auf Deutsch Lesen. Zeit.de
Комментариев нет:
Отправить комментарий